La piel tiene un tejido entre la dermis y epidermis que se conoce como “manto ácido” por tener un nivel de pH ligeramente ácido. Es la película natural que la protege, está formada por glándulas sebáceas y sudoríparas. Una piel sana tiene un pH 5.5 con una leve tendencia ácida para proteger la superficie de la epidermis de ciertos microrganismos. Cuando el manto ácido se ve afectado, la piel pierde humedad y genera tendencia a infecciones u otros daños que aceleran el envejecimiento de la piel.

El pH de nuestra piel varía entre 4.5 y 5.8 y lo ideal es que después de lavarla, tarde de una a dos horas en retomar su nivel normal. Si se altera, se vuelve más alcalino y la piel es más propensa a las bacterias. Es mu probable que se desarrollen problemas como dermatitis, rosácea o prurito.

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*foto vía Eucerin

Aquí lo que tienes que hacer para mantener el pH de la piel:

1. No lavar demasiado:

Al hacerlo solo provocamos resequedad e irritación. Lo ideal es lavarla dos veces al día si eres de piel grasa (mañana y noche) y una vez al día (en la noche) si tienes piel seca, normal o mixta. Busca limpiadoras suaves o dermolimpiadoras y de preferencia sin Lauril Sulfato de Sodio (SLS) o uno que no sea tan abrasivo para proteger el pH. Yo me limpio una vez al día por la noche y en la mañana solo enjuago con agua fría o quito exceso de grasa con agua micelar después de bañarme.

2. Bye a la extrema exfoliación:

Exfoliar es importante para remover las células muertas que se acumulan en la superficie de la epidermis. Lo mejor es hacerlo con productos que contienen AHA o BHA dos veces a la semana (exfoliación química). Reduce el uso de scrubs porque solo lastiman la piel. También hay que ser cuidadosas con sistemas caseros porque pueden irritar.  El acné y lo granos pueden salir por exagerar en la limpieza y exfoliación, ya que estás removiendo los lípidos naturales y dejando sin protección alguna a la piel.

3. Poco vapor:

El vapor y los saunas -a pesar de que son para sacar toxinas de la piel- pueden dañar la cara, sobre todo a quienes tienen rosácea o piel sensible pues daña el manto ácido y se pierde humedad. Y si tienes piel seca, ni lo pienses. Cuando lo hagas, ponte una toalla mojada sobre la cara.

4. No al abuso de tratamientos:

Cuidado con el tipo de tratamientos que usas. Los productos que contienen altos contenidos de alcohol pueden remover el manto ácido. Muchos medicamentos para acné son muy abrasivos y pueden dañarlo. Busca que tus productos tengan ceramidas.

5. Evitar limpiadoras con sulfato de sodio (SLS):

No busques la sensación de limpieza extrema que te deja la cara acartonada y sin un rastro de grasa natural. Evita las limpiadoras que contienen irritantes (SLS). Si te gusta que haga espuma, busca las que tienen como base, ácidos grasos o a base de plantas.

6. Limpiar demasiado en la mañana:

Yo siempre me enjuago con agua, la de la regadera para mí es suficiente. A veces uso agua micelar o tónico después para retirar la grasita. Varios estudios muestran que las personas que se lavan la cara con jabón están 50% menos protegidas del sol porque quitan la barrera lipídica de la piel. Limpiar en la mañana debe de ser un hábito para pieles grasas o con acné únicamente.

7. No sobreestimules cuando tu piel no está limpia:

El masaje en exceso cuando tienes maquillaje puede provocar  que la suciedad penetre en el poro. El masaje con limpiadora no debe ser más de cinco minutos. Lo que sí recomiendo es que ya con la piel limpia hagas los masajes faciales Tanaka para descongestionar la cara y reafirmarla. La rutina la encuentras aquí.

8. No te laves el pelo después de limpiarte:

Casi todos los shampoos tienen sulfatos (detergente muy abrasivo) que irritan y promueven la salida de granos. Es mejor hacerlo después de lavarte el pelo y dejar que tu grasa natural te proteja.

9. Usa tónico:

Muchas personas piensan que el tónico es inútil, pero yo difiero. Ayuda a corregir el balance del pH, retirar las impurezas que hayan quedado y preparar la piel para los próximos productos.